Minería Chilena y Nueva Constitución

En general, está correcta la separación entre Gran, Mediana y Pequeña Minería, particularmente esta última que, a través de la ENAMI y su poder comprador distribuido a lo largo del país, ha permitido una vida ordenada y rentable a centenas (casi millares) de pequeñas mineras o pirquineros. Falta, para este segmento, la aplicación de estrategias de Concentración Selectiva para preconcentrar minerales – a seco – en la recepción, pagar sólo por el preconcentrado y establecer que los pirquineros lleven de vuelta la ganga en exceso para los lugares de origen, evitando presión al medio ambiente encima de las instalaciones de beneficio de ENAMI.

También, parece correcta la mantención de CODELCO como empresa de propiedad del Estado chileno, con apenas algunos resalvos en relación al poder excesivo de sindicatos y de determinados funcionarios indicados por políticos que, a pesar de haber excepciones, creen que la empresa es sólo de ellos y no de todos los chilenos.

En el medio ambiente, debería ser una práctica de las empresas mineras, principalmente en la región norte, organizar operaciones con menor contaminación ambiental en el litoral (donde las demandas socioambientales son más relevantes) y transferir las operaciones de mayor impacto para locales donde haya menores daños socioambientales.

Mas, considero que el mayor problema de la gran minería chilena (donde Codelco se incluye) ha sido la transferencia gradual de capital y lucros para, entre otros, el sector financiero y grandes proveedores de equipos e insumos, reduciendo con eso el aporte de las mineras al país. La gran minería mantiene el valor de sus exportaciones y, en compensación, está reduciendo sus aportes al fisco chileno. ¿Dónde está el lucro?

La minería chilena ha sido omisa durante estas últimas décadas, al no enfrentar técnicamente los verdaderos problemas que la afectan, que son, por un lado, la sumisión sin contestación a la drástica caída de las leyes del mineral (tema que puede ser técnicamente enfrentado) y, asociado a esto, a la gradual transferencia de sus lucros para el capital financiero y empresas proveedoras, reduciendo su tributación.

El problema no está en la caída de leyes propiamente, que es un efecto natural de la actividad minera, más sí en la falta de enfrentamiento técnico a esta caída, permitiendo hoy que cualquier roca que llegue desde la mina avance hasta el final del proceso. Hoy se necesita procesar una tonelada de roca para extraer sólo 6 Kg de Cobre; en el año 2005 esa misma tonelada generaba 10 Kg de Cobre y, cuarenta años atrás, casi 15 Kg de cobre eran producidos a partir de una tonelada de roca.

Ese es el punto, por la caída de las leyes se necesita procesar cada vez más mineral para producir lo mismo. O sea, si la minería chilena mantiene en todos estos años su mismo ritmo de producción de cobre metálico (~5,5 MTPA), ha tenido que ampliar o implementar más concentradoras para tratar ese exceso de ganga, utilizando más capital y, todavía, aumentando severamente sus costos en materiales e insumos.

Las grandes mineras se van endeudando y transfiriendo gradualmente su capital y sus lucros para otros actores que ganan justamente con la caída de las leyes: el sector financiero (que encuentra lugar real donde colocar dinero virtual), las empresas globales de fabricación de equipos y proveedores globales de insumos de alto consumo, como se ilustra en el crecimiento desproporcional del consumo de materiales y la remuneración de contratistas, caracterizando la política de gestión de las mineras.

Los constituyentes podrán ahora corregir algunas de estas distorsiones, estimulando el desarrollo de estrategias de enfrentamiento técnico a la caída de las leyes, con nuevas rutas de procesamiento y trayendo de vuelta los lucros para las empresas mineras, principalmente CODELCO, pues el “sueldo de Chile” se está acabando por causa de esta transferencia gradual de patrimonio y costo operacional para el sector financiero y grandes fabricantes y proveedores globales.

Alexis Yovanovic

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