Open Innovation – Tercerizando el Conocimiento

La Open Innovation surgió en EEUU a partir de un estudio de Henry Chesbrough, da Universidad de California (2003), con foco inicial en el desarrollo tecnológico dentro del Valle del Silicio. Esta iniciativa surge al constatar que, donde la ciencia alcanzó un nivel tan alto de complejidad ha sido preciso unir fuerzas para continuar innovando.

Esta moda encuentra ambiente favorable dentro da globalización extrema en que vivimos, mas, no puede pensarse en ella como una herramienta principal de desarrollo de tecnología, particularmente en actividades tan específicas como la minería y el beneficio de minerales. Muchas actividades industriales han sido seducidas por este nuevo canto de sirena que traen los vientos juveniles de la modernidad digital.

La aparente complejidad que se observa en la industria minera surge, en gran medida, a partir de la mutación empresarial que han sufrido las grandes mineras de porte global, transformando su actividad extractiva y productiva asociada al desarrollo nacional y social, para una actividad casi puramente financiera o especulativa. A partir de esta alteración, ocurre en consecuencia la separación entre la teoría y la práctica, entre el mundo académico y el mundo operacional, el crecimiento predatorio de grandes proveedores, así como la tercerización extrema de servicios.

De este modo, por tras de la confusión que lleva a la complejidad, han quedado escondidas la experiencia, la simplicidad de las buenas soluciones prácticas y el sentido común, así como los decantados conceptos de las décadas del 50 a 80. Todo eso explica, parcialmente, el exceso de complejidad que se vive hoy y que explica el aparecimiento de iniciativas de Open Innovation en la minería.

Al entrar plenamente en la globalización financiera, las empresas mineras se igualan a cualquier otro tipo de actividad económica en la procura casi exclusiva de lucros financieros. De este modo, ejecutivos de una fabrica de bebidas, por ejemplo, o de empresas de arriendo de vehículos o inclusive bancos pueden ser perfectamente directores de empresas mineras, como no raramente ocurre. Los técnicos de una minera visten la camisa, dedican su vida y son especialistas exactamente en lo que la empresa produce, mas no son así sus dirigentes. Existen objetivos diferentes en ambas camadas de la empresa minera.

En gran parte por las razones anteriores, lo que la minería más precisa hoy se encuentra paradojalmente en las viejas prácticas, en el conocimiento conceptual sedimentado por décadas, en el sentido común y el buen diálogo entre los profesionales del sector mineral, como ocurrió en las décadas de 50 a 80, donde los mayores avances de la tecnología mineral fueron obtenidos. Todavía, se requiere adicionar una buena dosis de cultura tecnológica local o regional, donde se gana en entrenamiento, foco, escala de producción y sinergia.

Hay caminos mejores para promover la evolución tecnológica en la industria mineral.

Para innovar, las mineras deberían empezar por la ruptura de paradigmas, por restituir el sentido común en las prácticas operacionales, por la valorización de iniciativas de sus propios funcionarios y, todavía, asumiendo algún riesgo en la adopción de algunas iniciativas más creativas.

Para ejemplificar este camino en favor de la innovación real traigo aquí para el conocimiento de los lectores de MOPENEWS algunas iniciativas fantásticas aplicadas años atrás en Perú, por los propios operadores, usando experiencia y sentido común, con resultados colocados a público en 2007, en la XXVIII Convención Minera del Perú.

Circuitos Abiertos en Concentradoras72% de aumento de producción

Zarandas de Alta Frecuencia17% de aumento de producción

Reingeniería de los Procesos40% de aumento de producción

Profesionales peruanos son reconocidos por su sentido práctico y simplicidad, que son el reflejo de buenos fundamentos conceptuales. Sólo quien es del ramo puede asumir los riesgos de incentivar a sus funcionarios, así como sólo quien “sabe” consigue ser simple en sus iniciativas, como lo demuestran los resultados ilustrados arriba.

La minería tiene muchos de estos ejemplos, que muestran el contraste entre la aparente intención de innovación (el Open Innovation parece más una política mercadológica) y las acciones practicas efectivas que se observan en el cotidiano de las mineras. La tecnología muchas veces ya está disponible y luchando para ser escuchada, mas, muchos ejecutivos deslumbrados no reconocen la solución discreta o hecha en casa y prefieren el glamour corporativo de mostrar al mundo entero que son modernos en la busca de “tecnología”, como si fuese un unicornio.

Empresas mineras de gran tamaño, tanto en Chile como en Brasil, paradojalmente, han reducido drásticamente sus actividades (o encerrado) en centros internos de desarrollo tecnológico, dispensando profesionales de alto nivel dedicados a la investigación.

Otro “buen” ejemplo brasileño está en la EXPOSIBRAM en Brasil (Belo Horizonte), donde ejecutivos de las 20 mayores empresas mineras se reúnen en espacio privado, a cada dos años, en conferencias con sectores políticos y fotografiándose con periodistas famosos, en cuanto centenas de efectivas buenas ideas y tecnologías son expuestas en pequeños estands, pagando caro por la expectativa de que estos ejecutivos importantes por lo menos paseen por los corredores y vean las innovaciones, lo que raramente ocurre.

Se habla de Open Innovation como si fuese un complemento moderno al esfuerzo real de innovación, en circunstancia que lo que observamos es sólo una estrategia mercadológica o de imagen empresarial en detrimento de las verdaderas acciones innovadoras.

Open Innovation es una tercerización gourmet del conocimiento y también una tercerización de la responsabilidad por parte de algunos ejecutivos en arriesgarse directamente por acciones efectivas de mejora. Para nuestra suerte, las mineras que todavía son dirigidas por gente del ramo saben exactamente lo que precisan y donde ese conocimiento se encuentra y, además, consiguen motivar sus propios funcionarios.

Alexis Yovanovic

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